
Regresaba a casa dejando a mi espalda una noche en la que, encaramada a unos tacones de vértigo y envuelta en un ajustado "LBD" adquirido en un "outle", había decidido salir a comerme el mundo. Nada me hacía sospechar entonces que era el mundo el que iba a devorarme a mi.
Conducía alegre, pisando el acelerador hacia el infinito hasta que algo me hizo frenar con idéntica fuerza el coche y mis ganas; envuelta en una sensación extraña que te alerta de la dirección equivocada. Caminé sola por la calles de una ciudad, sorteando gente que miraba hacia la nada y entonces, comprendí.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde lo que significa que vamos a extraviar infinidad de cosas por el camino. Y ahí reside el problema, que quiero todo para mí, que no me apetece dejar nada tirado ni mal aparcado en cualquier arcén, porque el tiempo hace a uno demasiado consciente de que ya se le han escapado demasiadas historias.
Si nos diesen realmente a elegir lo último que debemos perder, sé de una que se pasaría su vida decidiendo entre la dignidad, la honestidad, la lealtad, la complicidad....
¿Alguién se dará cuenta que es más necesario un gorro mágico con el que masajear nuestros cerebros dormidos o un sencillo despertador de corazones, que unas zapatillas metalizadas mod. "Rosa desierto" que prometen transformar nuestros culos en los más duros del cementerio?
Mis ganas ya no aceleraron hacía el infinito, más allá del amanecer.
Conducía alegre, pisando el acelerador hacia el infinito hasta que algo me hizo frenar con idéntica fuerza el coche y mis ganas; envuelta en una sensación extraña que te alerta de la dirección equivocada. Caminé sola por la calles de una ciudad, sorteando gente que miraba hacia la nada y entonces, comprendí.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde lo que significa que vamos a extraviar infinidad de cosas por el camino. Y ahí reside el problema, que quiero todo para mí, que no me apetece dejar nada tirado ni mal aparcado en cualquier arcén, porque el tiempo hace a uno demasiado consciente de que ya se le han escapado demasiadas historias.
Si nos diesen realmente a elegir lo último que debemos perder, sé de una que se pasaría su vida decidiendo entre la dignidad, la honestidad, la lealtad, la complicidad....
¿Alguién se dará cuenta que es más necesario un gorro mágico con el que masajear nuestros cerebros dormidos o un sencillo despertador de corazones, que unas zapatillas metalizadas mod. "Rosa desierto" que prometen transformar nuestros culos en los más duros del cementerio?
Mis ganas ya no aceleraron hacía el infinito, más allá del amanecer.
No fue la aurora. Fue que, de repente,
ResponderEliminarlos pulsos rebosaron de las venas.
Fue que las manos se sintieron llenas
de una callada claridad naciente.
Fue que en el corazón brotó, impaciente,
un desusado pulso de azucenas.
Fue que la sombra se deshizo, apenas,
cuando la luz la desbordó en torrente.
Fue la rosa del sol naciendo, erguida,
como una voz, de pronto, en las montañas.
Fue el cielo, el aire, el cántico, la vida.
No pudo ser el alba silenciosa.
Fue el amor despertando en mis entrañas
como una inmensa mano poderosa
Preciosa foto amiga.